La amada es un ser superior, celestial, angelical; su belleza y su perfección son propios de un ser divino. Por ello, se la iguala con los ángeles o el propio Dios; el amante acaba conviertiéndose a su particular religión de amor basada en su amante: recordemos el "Melibeo soy" de Calisto en La Celestina. Fue un tópico duramente perseguido por los moralistas medievales y provocó -por parte de estos - el auge de la literatura de corte misógino de la época.
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