martes, 21 de mayo de 2013

Ya llegó el otoño, otra vez. Y la nostalgia café cargada de hojas se hace sentir. Los pies helados de mi cuerpo se congelan hasta llegar a ser un iceberg que cargan mi pasar a través de las vías de la vida.
Yo misma, mi yo, mi ser, se cuestiona lo que está haciendo. No sé a dónde voy, ni qué hacer. Hay algo que en mí ha cambiado, y desde hace tiempo he querido que pase eso. Pero creo que ahora no quiero que suceda. Me retracto, no sé si es lo natural o lo correcto.
Quiero tiempo. Más tiempo. El que sea necesario. Que el otoño se detenga, que las hojas no sigan cayendo. Que mis pies ya no se congelen más.