Todo pasó muy rápido. Hace como tres semanas que llegaron los gemelos, dos de que me enteré de la verdad, y una, desde que él arrancó.
Stella me tomaba el brazo, apartándome de la furia de su esposo. Miraba a los mellizos, con sus rostros muy serios, contándome la cruel verdad, a la que yo me negaba rotundamente. Feña yacía muerta, Dominique protegiéndome, y Jude, entregándose absolutamente por su sobrino.
Negarme era muy estúpido, pero en una parte de mi cerebro decía que no creyera. ¿Dudas? Demasiadas, pero lo que hice fue confiar en mi instinto.
Correr, tomar el colgante, y seguir corriendo, porque siempre iba a estar en peligro de muerte.
Si en verdad pasó todo esto, lo único que le pido al de arriba, si es que existe, es que acabe pronto, y que Jude llegue luego de su viaje en Europa.
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