Día 1: Otoño.
Un jueves, de aquellos jueves, las cosas de manera premeditada, las cambié. Con el fondo del estanque, de Teología, y los árboles del camino, el otoño se hizo presente. La mente cambió, un nuevo paradigma en mi vida... quizás sea el inicio de mi introspección. De conocerme. de saber que quiero volar, pero no tan alto, si no, que seguir volando. No continuar en la tierra, porque estaba viviendo en ese infierno. Me fui, quise poner un poquito de felicidad a mi corazón, así que empecé a trabajar duro para volver a ser feliz. Tenía ganas de una felicidad estable, y creo que la estoy consiguiendo. Debajo del árbol, leyendo para prepararme para un nuevo camino, pensando en ti ♥, y eligiendo seguir por esta vía.
Día 2: Invierno.
¡Paf! estaba cayendo de a poquito, para asegurarme de verdad, me aseguré, me reaseguré, y después, me confundí. Ahora no sé lo que me pasa -lo que nos pasa- y por eso, decidí ya no extrañarte, ni molestarte, ni nada de esas cosas que tengan que ver contigo. Ya no. Igual me da pena. Me había ilusionado, y qué. pero pasó el tiempo, pasó, y en realidad, todo estaba pasando en mi cabeza. Aquí decidí cortar todo. La puerta se cerró.
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