martes, 2 de agosto de 2011

Foedus Amoris

Se entiende en este tópico que los enamorados tienen un pacto –foedus– de mutua fidelidad, cuyos garantes deben ser los dioses. El incumplimiento de este tratado –foedus amoris violatum– tendría que acarrear graves males (pérdida de belleza, sobre todo) al infractor.

Égloga I, 91-95, Garcilaso de la Vega en Poesía de la Edad de Oro I (Renacimiento), José M. Blecua (ed.), Madrid, Castalia 1984. P. 78

¡Oh Dios!, ¿por qué siquiera,
pues ves desde tu altura
esta falsa perjura
causar la muerte de un estrecho amigo,
no recibe del cielo algún castigo?



Ovid. Amores, III, 3, 1-12

Esse deos, i, crede: fidem iurata fefellit,
et facies illi, quae fuit ante, manet!
quam longos habuit nondum periura capillos,
tam longos, postquam numina laesit, habet.
candida candorem roseo suffusa rubore

ante fuit; niveo lucet in ore rubor.
pes erat exiguus; pedis est artissima forma.
longa decensque fuit; longa decensque manet.
argutos habuit radiant ut sidus ocelli,
per quos mentita est perfida saepe mihi.
scilicet aeterni falsum iurare puellis
di quoque concedunt, formaque numen habet.

Anda, cree en la existencia de los dioses: ella se ha burlado de mí, después de haberme jurado fidelidad, y el rostro que antes tenía, lo sigue teniendo ahora. Los cabellos tan largos que tenía cuando todavía no era perjura, igual de largos los sigue teniendo después de haber ofendido a los dioses. Antes era de tez blanca y un rosado rubor matizaba su blancura: el mismo rubor brilla ahora en su rostro de nieve. Sus pies eran pequeños: reducidísima es ahora la forma de sus pies. Era alta y hermosa: alta y hermosa sigue siendo. Tenía unos ojos chispeantes: y ahora emiten destellos igual que una estrella; muchas veces me mintió la pérfida poniéndomelos por testigos. Sin duda los dioses eternos permiten también a las mujeres jurar en falso, y su hermosura les subyuga. (Traducción de V. Cristóbal López)

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